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AlejandroPeña

/bio

1986 fue un buen año, en junio estrené la cámara que me regaló mi abuelo, una vieja Voigllander bastante primitiva aunque de buena calidad. Para entonces, mi padre ya tenía una de las primeras Reflex, la flamante OLYMPUS OM-1n. Y es que en mi familia siempre había cámaras, mi abuelo era el típico voluntario al que toda la familia decía, “...Pepe, hazme una aquí…”, “ va, que ya estoy preparado”. Os suena ¿no? Esas poses que eran de todo menos naturales. En todas las familias siempre hay uno de ésos, alguien que raramente sale en las fotos.​

 

Ese verano empecé en el mundo la fotografía, y desde entonces, me fui lanzando más y más. Dos años después, ya había "heredado" la OLYMPUS, revelaba mis negativos y positivos, haciendo una media de 100 rollos por año, media que fue subiendo con el tiempo cuando descubrí que, realmente, me encantaba escuchar el delicioso sonido del espejo de la Reflex. Y es que es una sensación difícil de transmitir, el CLA-KA de la cámara te avisa que lo tienes, que has recogido ese momento que quizás llevabas esperando rato. Y es que, en el fondo, a los que nos gusta la fotografía somos un poco maniáticos, yo hasta diría fetichistas.

 

Atrás quedaron ya los negativos, el inconfundible olor de los baños de paro y la magia de ir viendo como aparecía la imagen sobre el papel bajo la luz roja del laboratorio. El digital nos da más rapidez pero hizo que se perdiera un poco de aquella maravillosa magia de la fotografía, de la manera en la que se empezó a hacer las cosas.​

 

Mis inicios fueron en el mundo del fotoreportaje, y la fotografía de viaje, ahora me gusta más “ver” la belleza sin querer contar la película completa, prefiero provocar a la imaginación del que vea mis imágenes.

 

Para mi la fotografía es la manera de ver las cosas, es un arte de seducción, y mi enorme curiosidad innata me hace buscar siempre nuevas perspectivas de lo mismo con el único objetivo de plasmar la belleza que está en todas partes, de plantear una visión geométrica y abstracta de la realidad. Como decía mi admirado Cartier Bresson estoy en la búsqueda permanente de ese instante decisivo que detiene el tiempo para relatar más allá de lo que se puede ver. 

 

Me conformo con que disfrutéis una tercera parte de lo que yo le he hecho realizándolas.​

 

Alejandro

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